Editor del Portal
Transcripción:
Silvia Coral
Una
de las líneas de investigación del profesor Arroyo Picard es el impacto
de los Tratados de Libre Comercio (TLC), tema sobre el que ha realizado
algunas publicaciones. Estuvo de visita en la Universidad Andina Simón
Bolívar para dictar una conferencia sobre la “Inversión extranjera
directa europea en América Latina y el Caribe”.
Una de sus publicaciones más difundidas es El resultado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en México,
que fue publicado en 2013, en la que se realiza un análisis de los
impactos de este acuerdo comercial en el país latinoamericano. ¿Cuánto
ha cambiado el escenario desde entonces hasta acá? ¿Que
tanto ha cambiado desde 2013 hasta acá? pues ha empeorado, pero en la
misma dirección. Siempre se dijo que estos tratados dan frutos a mediano
plazo. Nosotros consideramos que 20 años es suficiente tiempo para
evaluar una política pública o un modelo económico estratégico y el
hecho es que no solo ha sido malo para la mayoría de la población si no
ha fracasado en sus objetivos. Podemos no estar de acuerdo con los
objetivos que se plantearon, pero lo menos que puedes hacer para evaluar
algo es que consiguieron lo que ellos pretendieron conseguir.
Lo
que se planteaba era que México iba a volver a tener un crecimiento
acelerado, con capacidad de generar empleo, con estabilidad de precios,
sin devaluaciones, etc., lo más elemental de cualquier proyecto
económico. El hecho es que la economía mexicana ha crecido 0,98% como
tasa media anual durante 20 años, o sea prácticamente está estancada,
menos del 1% del PIB por habitante, que es la tasa más baja de cualquier
estrategia económica que México ha tenido después de la revolución
mexicana y en toda la historia.
Si se compara con el resto de
América Latina es el número 23 de 30 países -según información de la
CEPAL-, es decir, de los que menos ha crecido, y no estamos hablando de
un año bueno o un año malo, estamos hablando de la media durante 20
años. Entonces ni la más elemental tasa de crecimiento se ha logrado y,
sin embargo, se empeñan en que van a hacer lo mismo.
La
estrategia era crecer y para tener eso el motor del crecimiento era la
exportación y la inversión extranjera. Es decir que creciera la demanda
externa y eso jalara la economía y a su vez se empujara la inversión
extranjera. Y es real, la inversión extranjera es siete veces mayor hoy
que la media de los años anteriores al tratado, y la exportación se ha
multiplicado por cinco. Es decir, es una realidad pero la estrategia es
que ese sector empujara al conjunto de la economía y eso es lo que no se
logró debido a las condiciones en las que se negociaron. Lo que sucedió
es que hay un pequeño sector muy poderoso de gran empresa exportadora,
que además allí llega la inversión extranjera o son extranjeras o tienen
un componente de inversión extranjera. Pero eso es un enclave dentro de
la economía del país porque se desconectó del conjunto de cadenas
productivas nacionales, prácticamente todo lo importa. El 47% de las
exportaciones mexicanas son maquiladoras, ¿sabes cuánto compran de
insumos en el país? El mejor año: 3%. Ese es el grado de encadenamiento
que tiene con el resto de la economía. Entonces crece sola y va la
máquina pero desconectada de los carros del ferrocarril, no jala al
conjunto de la economía.
¿Por qué se da eso? Unos dicen que la
economía mexicana no era competitiva; pero eso no es real, yo no lo pude
probar porque primero la empresa privada no está obligada a licitar y,
segundo, porque toda la lógica de estos tratados, toda la lógica de la
globalización actual, de los TLC –no es que uno se oponga a la
globalización- está hecha para integrar las cadenas productivas
intracorporativas, para que la empresa integre sus plantas en las
distintas partes del mundo, entonces se compran a sí mismas. Hay un caso
que yo seguí, es un estudio de campo, de un mediano empresario que
producía piezas para los autos. De repente le dejan de comprar, él
averigua por qué, finalmente le consulta a algún funcionario europeo -en
este caso era con el tratado con Europa-: “Bueno es precio. Dime,
negociemos. Es calidad, dime en qué están los defectos, cómo podemos
mejorar. Dime qué pasa”. Le contesto: “No, las tuyas son mejores que las
que actualmente compramos y es un precio similar”. Y el otro dice:
“Bueno, ¿no que libre comercio’”. Y el funcionario le responde “Es que
no hay mejor negocio que comprarme a mí mismo”. Eso es lo que pasó. La
industria maquiladora, no es solo empleo, en realidad traes todo, lo
ensamblas en México, le das muy poco valor agregado y lo vuelves a
exportar con la serie de ventajas fiscales y una serie de cosas.
Lo
que ha pasado es que en el resto de la industria -México sí era un país
con un cierto grado de desarrollo industrial que se consiguió en 50
años de luchar por eso- se ha vuelto prácticamente maquiladora. Las
exportaciones de manufacturas no maquiladoras estaban -en 1982 antes del
modelo neoliberal- en alrededor del 90% de integración nacional.
Exportábamos poco pero ese sector realmente empujaba al conjunto de la
economía. Ahora no llega al 30% incluyendo la mano de obra. Lo que pasó
es que la máquina va sola.
Y con los empleos pasó lo mismo,
porque sí generas empleos en donde llegó la inversión extranjera, en
esas empresas que están creciendo fuertemente; pero se genera desempleo
en los proveedores, entonces el resultado final es poquísima generación
de empleo y además muy malos empleos.